En el
Kosair Children Hospital de Estados Unidos, un grupo de cardiólogos salvó la
vida de Roland Lian Cung, un bebé de catorce meses que nació con cuatro males
congénitos. Este es quizá el primer caso “práctico” en
que la tecnología en 3D beneficia a la medicina.
Ante la
enorme dificultad que representaba la operación, y tomando como base algunas
tomografías, los médicos decidieron imprimir en 3D el corazón del menor. De
esta manera, crearon una prótesis que sirvió para replantear los planes
iniciales.
Aparte de
ello, este suceso tuvo además varios otros beneficios. El costo de la
impresión, por ejemplo, aunque tomó 20 horas, fue apenas de $ 600. El prototipo
fue construido en tres piezas, con un filamento flexible, y a través de él se
pudo comprobar (como en una maqueta) cuáles eran los conductos que fallaban en
el órgano del bebé.
En el
Perú, tal como se menciona en una entrevista a Jennifer Wong, la joven
experta de la PUCP en el tema, existen dos impresoras de este tipo, aunque se
utilizan todavía de forma privada. Es, sin embargo, como podemos comprobar, un
ámbito en plena expansión. Resulta increíble imaginar cuántos otros casos como
el de este niño pueden darse una vez instalada más ampliamente esta tecnología.