ACORA.- Luego de viajar 60
kilómetros a bordo de una camioneta, finalmente llegamos a la parcialidad de
Huilamaya, ubicada en la zona alta del distrito de Acora, al sur de la ciudad
de Puno, allí habitan 30 familias, quienes diariamente pasan una odisea para
abastecerse de agua.
Ni bien bajamos del vehículo,
la gente salió de sus casas y vinieron al encuentro con nosotros para darnos la
bienvenida y contarnos sobre la crítica situación en el que viven.
De inmediato empezamos a
caminar por un pedregoso y accidentado camino de herradura, por donde
diariamente ellos transitan cargando agua en bidones, baldes y botellas
descartables.
Es difícil entender como los
hombres y las mujeres de Huilamaya, puedan caminar diariamente más de un
kilómetro para proveerse de agua. “Hasta aquí vengo todos los días”, señala
Micaela Muñuico Ccallisana, mientras da de beber agua a su burro, el fiel
compañero que le ayuda a cargar las cubetas llenas de agua.
La única fuente del líquido
vital, se encuentra en un riachuelo del cual chorrea como fuese una pileta, por
supuesto que es agua limpia y dulce, que utilizan para preparar sus alimentos y
asearse.
No todos tienen burro para
transportar agua en mayor cantidad, es el caso de los esposos Pascual Aguirre
Huanca (69) y Juliana Paquita Catacora (70), ellos tienen que pasar una vía
crucis para tener un poco de agua en casa.
“Yo ya me caí varias veces, ya
no tengo las fuerzas de antes, no sé hasta cuando estaremos así (…)”, reclamó
Pascual Aguirre, en su idioma nativo aymara, mientras su esposa no pudo
contener el llanto.
En su casa nos muestra una
pileta instalada en el año 1994, que también existe en el resto de las
viviendas, la obra fue ejecutada por el Foncodes, pero dejó de funcionar en el
año 2014, luego que una comunidad vecina decidió ampliar los sistemas de
captación.
Aún no olvida, la forma cómo
los excluyó el programa Procoes del Ministerio de Vivienda, Construcción y
Saneamiento, “nos dijo que éramos muy pocos y no podíamos ser parte del nuevo
proyecto”, recuerda visiblemente molesto.
En cambio, a Elena Jiménez
(61), le preguntamos si alguna autoridad se asomó al pueblo de Huilamaya, entre
ellos el presidente regional Juan Luque, la respuesta fue “aquí no lo conocemos
a esa persona”.
Quizá razón no le falte para
exteriorizar su fastidio, dijo que ya agotaron de pedir apoyo a las
instituciones públicas y, nunca tuvieron una respuesta positiva en favor de
ellos. “yo ya no puedo estar viviendo en estas condiciones, todos mis hijos se
fueron por falta agua”, exclamó Elena.
Lo importante, es que los
campesinos están dispuestos a todo para cambiar la crítica situación en que
viven, han juntado 10 mil soles y les falta otra similar cantidad de dinero
para que la empresa Electro Sol, les instale agua por bombeo, mediante el uso de
energía solar, de esa manera ya no sufran como lo vienen haciendo.